domingo, 18 de octubre de 2015

Taller de ejercicios bioenergéticos



 El sábado 24 de octubre habrá taller de ejercicios de bioenergética en el Centro de Terapias Psico-corporales



Guy Tonella (Analista Bioenergético y formador internacional de IIBA-Instituto Internacional de Análisis Bioenergético-) en su libro Análisis Bioenergético (Gaia Ediciones, 1999), página 57, nos dice acerca de la respiración:

"¿Por qué tantas personas tienen tantas dificultades para respirar profunda y cómodamente? Porque la respiración provoca sensaciones y la gente tiene miedo de sentir. Tienen miedo de experimentar su tristeza, su cólera y su miedo. Cuando eran niños, contenían el aliento para retener las lágrimas, bloqueaban los hombros para retener su cólera, cerraban la garganta para no gritar. Cada una de estas maniobras busca limitar y disminuir la respiración. Al convertirse en adultos, continuaron inhibiendo su respiración para seguir manteniendo el rechazo de estos sentimientos. Así pues, la incapacidad de respirar se convierte en el principal obstáculo para recuperar la salud emocional.
    "La fuerte tensión del diafragma y de los músculos abdominales corta literalmente el cuerpo en dos y desconecta las sensaciones de la parte inferior del cuerpo, en especial las sensaciones sexuales de la pelvis. Un pecho henchido de aire que no puede relajarse con la espiración está controlado defensivamente: eso significa "dejarse ir", ceder, abandonarse a sí mismo, algo que puede temerse y ser vivido como una angustiosa pérdida de control.
    "La respiración normal y sana tiene una naturaleza de unidad y totalidad. La inspiración es una oleada de expansión del abdomen hasta la cavidad bucal.
    "La espiración empieza por un descenso por la garganta y el pecho y se prolonga hacia la pelvis como una olada de contracción. La mínima tensión en el cuerpo rompe con el proceso.
    "Cuando la respiración profundiza y el cuerpo está en estado de descanso, aparecen vibraciones invasoras.
    "Las vibraciones pueden ser tan fuertes que el paciente puede tener miedo de desmembrarse. Este miedo a desmembrarse es la contrapartida física del miedo a dejarse ir. En realidad, a través de la vibración del cuerpo, la persona toma conciencia de las poderosas fuerzas que permanecen inmovilizadas en su cuerpo mediante las tensiones musculares y que ahora le dan la sensación de vitalidad plena y un sentimiento de alegría.
    "Respirar es la pulsación básica de todo el organismo (expansión y contracción), y está íntimamente ligada a las experiencias de placer y a la sexualidad. Indirectamente proporciona la energía para la carga sexual, y la potencia del deseo sexual es una función de la carga sexual"

    He introducido este texto de Guy Tonella (tienes una entrevista con él es este blog) porque explica mucho mejor de lo que yo podría hacerlo cuál es el objetivo de los ejercicios de bioenergética.
    









domingo, 3 de mayo de 2015

Análisis Bioenergético: una terapia psicocorporal


Fotografía
Fotografía cedida por Juan Camacho
El Análisis Bioenergético es una terapia psico-corporal desarrollada por el psiquiatra y psicoterapeuta Alexander Lowen, a partir del trabajo de Wilhem Reich, de quien fue discípulo y paciente. Reich enfocó sus investigaciones al análisis del carácter –conjunto de estrategias defensivas que desarrolla la persona para evitar el contacto con impulsos y emociones dolorosas o censuradas-.


El Análisis Bioenergético incluye la comprensión de estas defensas y también el trabajo con la desaparición de las tensiones corporales correspondientes, que se estructuran en el cuerpo, formando una “coraza muscular”. En esta comunicación intentaremos explicar estos conceptos y poner de manifiesto las principales aportaciones de Lowen, además de cómo ha ido evolucionando el Análisis Bioenergético (AB, en lo sucesivo), además de cómo se aplica y se enseña hoy en el IIBA (Instituto Internacional de AB). Se trata de un método psicoterapéutico de validez científica reconocida a nivel europeo (EAP: Asociación de Psicoterapeutas Europea). 
Para explicar qué es la coraza muscular, invito a los lectores de este artículo a hacer este experimento: piensen en algo que suele hacerles reír intensamente, pero propónganse no hacerlo. Fíjense en qué tienen que hacer con los músculos de su cara (tal vez también del cuello y parte alta del pecho, si afinamos). Si por alguna extraña razón tuviéramos que hacer esto de manera constante, seguro que terminaríamos por tener esos músculos contraídos de forma crónica y dejaríamos de ser conscientes de tal contracción. Pues así es como se forma la coraza muscular durante la infancia y la adolescencia: nuestro entorno, de forma deliberada o no, nos induce a reprimir la expresión de algunas emociones o impulsos y, como necesitamos adaptarnos a ese entorno, inhibimos esas expresiones tensando determinados grupos de músculos, al principio voluntariamente, y luego de forma automática, sin conciencia de estarlo haciendo. 
A la coraza muscular corresponden unas defensas psicológicas o caracterológicas: esas emociones e impulsos retenidos en la coraza nos resultan difíciles de tolerar psicológicamente. Así limitamos nuestras vivencias, evitando aquéllas que nos pueden poner en contacto con las emociones que tememos experimentar: de esta manera desarrollamos una estructura de carácter, que tiene una función defensiva (nos defiende de esas emociones e impulsos temidos o dolorosos). Cuanto más rígido se haya hecho ese carácter, menos espontánea y creativa será la persona, más tenderá a repetir situaciones y más predecible será, como si cumpliera un destino. Y esta tendencia compulsiva aparece porque si en la vida se dan experiencias que nos pongan en contacto con emociones que no sabemos manejar, aparece la ansiedad, y nuestro organismo va a evitarla a cualquier precio. Esto ocurre de forma automática, sin que nos demos cuenta. Por ejemplo, una persona que se sintió muy rechazada en un período temprano de la vida, cuando en la actualidad siente que esto puede volver a ocurrirle, huye de esa situación sin dar oportunidad a saber lo que iba a suceder, pues trata de evitar la posibilidad de que esto se repita. Esta persona, posiblemente, tensará los músculos del tórax para limitar su respiración y así no siente el anhelo de contacto, se dirá a sí misma que no lo necesita y evitará conectar con su tristeza (como habría hecho tantas otras veces en el pasado). Por tanto, podemos decir que existe una correspondencia entre el funcionamiento psicológico y las tensiones corporales: las defensas psicológicas (estructura de carácter) tienen su equivalente en las tensiones musculares (coraza muscular), protegiendo a la persona del dolor y la ansiedad. El problema entonces es que el precio supone reducir significativamente nuestras vivencias para mantener a raya la irrupción de algunas emociones e impulsos. 
El AB trabaja con ambos aspectos; el psicológico y el somático, pero lo que lo hace específico diferenciándolo de otros enfoques terapéuticos es el trabajo con el cuerpo. Por una parte, el movimiento, los sentimientos y las experiencias previamente evitados, se reactivan por medio de intervenciones terapéuticas corporales. Esto permite que el material psíquico inconsciente (es decir, esas emociones e impulsos que hemos reprimido a lo largo de la vida) salga a la luz y sea accesible al análisis y elaboración mental. Para este fin, Lowen desarrolló una serie de ejercicios que se proponen en las sesiones de terapia. Con ellos intentamos que la persona tome consciencia de sus tensiones crónicas o coraza muscular, y que las pueda relacionar con los problemas que ahora le afectan en su vida, además de con su trayectoria vital. 
A esta toma de conciencia debe seguir el trabajo de disolver las tensiones musculares, o aflojarlas en gran medida, para poder recuperar la capacidad de experimentar toda la gama de emociones de modo que podamos expresarlas libre y adecuadamente. Para ello, es importante recuperar la motilidad involuntaria del cuerpo –pequeñas vibraciones que se dan en la musculatura-. Se consigue con los ejercicios, técnicas de respiración y técnicas expresivas, todo ello con el acompañamiento y el apoyo del o la especialista en AB, quien sostiene a la persona ante el temor inicial que se produce al vivir experiencias que llevan mucho tiempo (o toda su vida) sin haberse permitido. También es importante este acompañamiento para explorar formas de expresión que no se pudieron desarrollar debido a la coraza muscular. Para lograr estos objetivos, no solo se proponen ejercicios bioenergéticos “clásicos” del AB, también se invita a la persona en terapia a explorar sus propias posturas y movimientos, en la búsqueda de su liberación, adecuándolos a sus peculiares tensiones musculares; esto puede ser muy específico para cada persona y resultar un trabajo en verdad creativo, tanto para la persona como para el o la terapeuta. 
En los comienzos del AB se realizaba un trabajo físico muy intenso, donde se hacía hincapié en la expresión de las emociones retenidas y las grandes descargas de tensión, provocando reacciones a veces explosivas. En la actualidad se tiende a un trabajo más sutil, quizás menos espectacular, pero en el que la comprensión profunda del carácter y sus defensas cobran mayor relevancia; además, se toma mucho más en cuenta lo que ocurre en la relación terapéutica y cómo en ella se puede estar manifestando dicho carácter, tanto en su aspecto somático como en el psíquico. Conviene precisar que en los programas de formación actuales, además de las estructuras de carácter descritas por Lowen, se consideran cada vez más los patrones de apego desarrollados en la primera infancia, que se van a repetir en la situación terapéutica y cuya comprensión es de gran ayuda para todas las personas en tratamiento. 
Por último, me gustaría señalar la importancia de los ejercicios de bioenergética, no sólo en el marco la psicoterapia individual o grupal, sino también como una práctica para cualquier persona que desee aflojar sus tensiones crónicas, tomar más conciencia de sus sensaciones y emociones y sentir más vitalidad. Por lo tanto, no es necesario sentirse en un momento de atasco o falta de salud emocional para acercarse a experimentar con este enfoque. 
Debido a las limitaciones de espacio, sólo pudimos dar unas pinceladas sobre lo que es el AB. En futuros escritos se podrá profundizar en algunos conceptos y se los podrá utilizar para reflexionar sobre algunas de las demandas más frecuentes de las personas que asisten a psicoterapia. 

Ángeles Delgado
Mayo de 2015.

domingo, 11 de enero de 2015

La ansiedad (1)




A lo que hace años se llamaba estar o ser nervioso, ahora se le llama padecer ansiedad o, en otros términos, ser una persona ansiosa. Hablamos entonces de ansiedad generalizada, de trastornos de ansiedad, crisis de pánico… Sin entrar en los distintos subtipos de ansiedad, cuando hablamos de ella nos solemos referir a síntomas como: miedo, desasosiego y preocupación excesivos; también a irritabilidad, dificultad para concentrarse y relajarse, fatiga, problemas del sueño; y también a síntomas físicos como tensión muscular, problemas estomacales, náuseas.

Algunas personas tienen una cierta predisposición genética a padecerla. Otras la han ido generando porque su carácter y experiencias vitales (ambos aspectos se retroalimentan) le han llevado a hacerlo. Haber vivido una infancia con gran inseguridad material o emocional; haber crecido en un ambiente familiar problemático; haber tenido unas figuras de apego excesivamente preocupadas por la salud o con expectativas catastróficas hacia el futuro… Estas y otras situaciones en las primeras etapas de la vida pueden ser causantes de que la persona tenga tendencia a la ansiedad. Pero también se puede generar en la edad adulta, debido a pasar por situaciones largas o repetidas de stress. Todos hemos leído o escuchado cómo a partir de esta gran crisis económica ha aumentado significativamente el número de personas que padecen la maldita ansiedad.

La ansiedad tiene un aspecto psicológico y otro corporal. En el psicológico está esa sensación de sufrimiento, de intranquilidad, de miedo. Por su parte, en el corporal se produce una gran tensión muscular general y en particular en los músculos intercostales; éstos, al estar tan tensos no permiten al diafragma moverse con la respiración. Cuando el diafragma tiene poca movilidad, nos impide la respiración completa y nos deja utilizando solo la parte alta de los pulmones. Esto, a su vez, provoca más tensión general y por tanto más intranquilidad. Este proceso se convierte en un círculo vicioso.Cada vez se da más importancia a las técnicas de respiración como ayuda contra la ansiedad, y así es importante en yoga, en meditación, en la mayoría de técnicas de relajación…

En Análisis Bioenergético también es fundamental el cómo respiramos y, entre otras, la diferencia se establece en que no se busca la relajación directamente, aunque sí es uno de los resultados. En los ejercicios se suele pedir respirar con la boca y tener en cuenta tanto el movimiento del pecho como el del vientre. También es importante el equilibrio carga-descarga; si tomamos mucho aire (carga) y soltamos poco (descarga), crearemos tensión. Si tomamos poco aire –esto ocurre a muchas personas- tendremos poco carga, es decir poca energía. Así que con la inspiración por la boca intentamos cargar el organismo energéticamente, y con la exhalación prolongada, intentamos soltar el exceso de tensión. Por supuesto, no se trata de adoptar este tipo de respiración como habitual. Aquí lo hacemos con una intencionalidad, la de movilizar el organismo energéticamente y poder ser conscientes de más sensaciones. También es deseable que al principio no se hagan estos ejercicios ni este tipo de respiración sin la guía de un profesional.

Al movilizarnos de esta manera, es muy probable que el cuerpo tienda a hacer algún tipo de descarga; puede tratarse de temblores, vibraciones, voz, llanto, risa… Expresiones de impulsos o movimientos espontáneos del cuerpo que habíamos estado reteniendo, tienden a liberarse. Si podemos tolerar y aceptar estas reacciones, y más adelante elaborarlas intelectualmente y darles sentido, notaremos cómo esa ansiedad se va reduciendo y va siendo mucho más tolerable. Esto es así porque en el plano psicológico, la ansiedad se produce cuando hay impulsos, emociones, pensamientos o recuerdos que necesitan salir a la consciencia y expresarse, pero de forma inconsciente no se lo permitimos. Cuando se aflojan las defensas, superamos el temor, y dejamos que fluyan; ya no hay de qué defenderse y por tanto no hay porqué seguir reteniendo. El organismo se queda en paz.

Ángeles Delgado
Enero de 2015.