domingo, 15 de diciembre de 2013

El miedo al dolor y su relación con la pérdida del amor.

                                             
José Luis Moreno Campos
Psicólogo y Psicoterapeuta en Análisis Bioenergético.
Supervisor.
Miembro del Instituto Internacional de Análisis Bioenergético
Trabaja en Sevilla desde 1989
Más información en www.mentecuerpo.es
  
 
Una de las cosas más difíciles de abordar en cualquier tipo de psicoterapia que quiera profundizar en las raíces del malestar o del sufrimiento de la persona que acude en busca de ayuda es el tema del dolor.
Si hablamos de dolor tenemos que hablar inmediatamente del miedo, porque las personas que acuden a terapia podemos decir que en una gran mayoría tiene miedo al dolor, sea más emocional o más psicológico, es lo mismo. Dolor y miedo están íntimamente relacionados.
Pero ¿por qué le tenemos tanto miedo al dolor?
Si consideramos que el dolor no se debe a un acontecimiento presente sino a un dolor originado en nuestro pasado más remoto, principalmente la infancia,   podemos entender que cuando se originó el dolor éramos niños/as o bebés y por lo tanto, fue la etapa de nuestro desarrollo cuando nos sentimos más vulnerables, indefensos o impotentes para hacer frente a las agresiones que sufrimos, sea por experiencias de abandono,  rechazo, utilización, humillación, maltrato, etc. Por este motivo, los sentimientos de vulnerabilidad, indefensión, desesperación, impotencia, desesperanza, soledad, vacío, etc. también aparecen cuando el dolor profundo empieza a poder abrirse y a expresarse.
Cuando observamos esto, comprendemos más porqué la persona le tiene miedo al dolor, y es porque  se tuvo que proteger y defender de que no le volviera a ocurrir lo mismo. La persona se mantiene en estado de contracción, porque el miedo al dolor es un estado de contracción y de actitud cerrada. Aunque uno no sea consciente, no se quiere volver a pasar por la misma vulnerabilidad por la que pasó, y por este motivo también la persona  mantiene activa una “actitud de control” en su vida presente y en su realidad actual para que eso no vuelva a ocurrir y que nada de lo que teme profundamente pueda “resonar” con lo que está bajo la conciencia.  Por este motivo controlará,  que en la interacción con los otros no le lleguen o le reboten los sentimientos que teme o que puedan surgir desde su propio mundo interior. Por ejemplo, puede ser que la persona que tiene dificultades con sentir su tristeza, se proteja de situaciones que le hagan contactar y “resonar” con su propia tristeza, que ha quedado bajo la conciencia porque ha vivido algo muy doloroso con situaciones de pérdida. A menudo, es una situación imprevista como una separación, un conflicto con alguna persona, o que una situación estresante rebasa ciertos límites, para que esos mecanismos de control se debiliten, y entonces el dolor y los sentimientos asociados a ese dolor pueden aflorar de alguna forma inesperada.
Pero si profundizamos más, y entendemos que ese miedo al dolor, tiene que ver a su vez, con la pérdida de conexión con el amor, todavía entendemos más ese miedo. No hay mayor dolor que la pérdida de conexión con el amor, que no es otra que con las personas que necesitábamos que nos quisieran y que, por un motivo u otro, nos rechazaron, nos abandonaron, sin que ellos supieran el daño tan grande que nos causaron. La pérdida de conexión con el amor para un niño/a es la pérdida de conexión con la vida y con el mundo, pero como es imposible vivir sin eso, es cuando aparece el esfuerzo y la voluntad para mantener esa conexión en forma adaptativa y tratando de hacer lo que se espera de nosotros con tal de que nos quieran.  
Cuando comprendemos la importancia que tiene el dolor y el miedo al dolor con la pérdida de conexión con el amor, necesitamos como terapeutas ser muy cuidadosos y sensibles para poder facilitar un lugar seguro al paciente que le permita abrir ese dolor dentro de una relación de seguridad y confianza que pueda recibir y comprender lo que en su momento no pudo ser posible. Es de este modo, que se puede establecer una conexión nueva, una experiencia afectiva y relacional que faltó en el pasado y que se puede establecer en el presente. Esta conexión nueva, facilita que el viejo patrón de relación sustentado en el control y el miedo se empiece a relajar y a soltar.
Cuando el dolor empieza a poder expresarse y ser acogido y contenido en la relación terapéutica, empieza la curación. Ese espacio interior de contracción, de retirada, que tiene que ver con la retirada del anhelo de contacto y de la  búsqueda del amor, empieza a poder relajarse, y el movimiento de ir hacia el mundo, se restablece. Debajo del dolor, está el anhelo de contacto, al relajar y comprender el dolor, el anhelo de contacto se puede abrir paso de nuevo. La persona puede de nuevo abrirse a buscar el contacto que necesita pero desde su necesidad presente y adulta. Esa necesidad no es otra que buscar el amor que siente hacia las personas cercanas a él, y recuperar el amor hacia sí mismo que se perdió entonces.


   

2 comentarios:

  1. Extraordinaria aportación del Análisis Bioenergetico en la sanación de trauma. Muy importante para tod@s los que andamos en la búsqueda de del amor perdido. Ahora es más fácil si se comprende que aquello no fue perdido sino la conexión. Esperanza de poder. Sanar tanto dolor y el impulso de ayudar a otr@s en este camino. Gracias por el blog y gracias por esta brillante, amplia y a la vez sencilla explicación. Mi Enhorabuena a todos los profesionales!!!.

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    1. Gracias por el comentario. Me alegra que este artículo de José Luis Moreno que te haya aportado algo, ya que es lo que se busca con el blog. Saludos... quien seas.

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